La palabra escrita frente a un espejo no cambia su sentido, sólo su forma. Hay estudios que aseguran que nuestro cerebro gira mentalmente esas imágenes y las entiende de manera automática e inconsciente, igual que las escritas de forma normal. Pero, al igual que el espejo no invierte las letras porque las letras están al revés de lo que uno espera ver, no de lo que ve realmente, este libro pretende poner sus historias frente al espejo del lector para que este disfrute de ese doble juego de situación.